Aquella semana se compró una bocina de metal en Casa Lluquet de Valencia para el pregonero de Quart por valor de 16 pesetas.
En el Ayuntamiento, se encontraba aquella mañana el mecánico contable limpiando y
realizando tareas de conservación de las máquinas de escribir. Cuando terminó su faena sacó un lapicero para
rellenar la factura que dejó a disposición del consistorio: 130
pesetas -anotó- de conservación de las máquinas de escribir
correspondiente al año en curso y otra de la misma casa: 14 pesetas
por colocación de una palanca nueva y una cinta especial en la
máquina de sumar.
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