Un
cadáver anónimo apareció en el cruce de la carretera de Aldaya. Lo encontró María Soriano Martínez que rápidamente informó
al Ayuntamiento. Media hora después Ramón Astor Sanz llevaba en su
Taxi al médico forense y al señor Juez al lugar para hacer el
levantamiento del cadáver.
Tras
el levantamiento, Gabriel Timoneda Sanmartín lo
trasladó en su carro hasta el depósito del Cementerio de la Villa
donde María le dio santa sepultura. El Ayuntamiento le pagaría días
más tarde 50 pesetas por las gestiones así como 20 pesetas al señor Timoneda por el traslado y 30 pesetas al señor Astor.
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