lunes, 9 de junio de 2014

La Passejà Secreta


Si oficialmente creíamos que hubo momentos en la historia en los que no hubo Passejà, los últimos testimonios vivos nos hacen entender mejor la devoción que el pueblo de Quart tiene a la figura de San Onofre. 
Para ello nos remontaremos a un periodo sensible en la historia de nuestro pueblo en el que la prohibición de la celebración de la Passejà crea malestar entre los vecinos; prueba de ello son los diferentes testimonios que refleja la prensa de la época donde se denuncia la conducta del Ayuntamiento de Salvador Vila que deniega su celebración. 
Una parte de Quart no lleva bien la prohibición de símbolos religiosos en la calle y mucho menos una Ley que lo ampare. 

“Tradición manda” y en el pensamiento colectivo de esta parte de la población se piensa e incluso se llega a decir públicamente y desafiante que “nadie de fuera va a decirnos lo que tenemos que hacer con nuestra devoción y San Onofre se celebra con o sin prohibición”.
Aquellas prohibiciones no dejaron hacer La Passejà públicamente pero ¿qué hubiera pasado si durante todos aquellos años se hubiera hecho de forma privada y oculta?
Ajena a los ojos públicos, se fue celebrando  “La Passejà” de forma alternativa pero ¿cómo?

Algunas mujeres y hombres, desde la intimidad de su devoción y sin llamar la atención, salieron en la soledad de la noche a hacer el recorrido habitual de La Passejàper a passejar al agüelet”. 
Uno de los casos de aquella peculiar Passejà secreta es el de María Sanmartín que, durante el periodo de la Guerra Civil, el día de La Passejà, hizo ella sola el recorrido con una imagen de San Onofre dentro del bolso. 
Como ella, hubo varios que se la jugaron y aquella noche salieron, cada uno por su lado, con la convicción de lo que iban a hacer pese al temor de encontrarse con el temido e imprevisible “coche de la calavera*” de la FAI o alguna que otra alma forastera con sed de sangre.

La passejà siempre se ha hecho y siempre se hará. 
Vixca Sant Onofre! 


 * conocido así porque llevaba en la parte frontal, en el lugar del logotipo una calavera incrustada. Decían que quien subía en él ya no volvía. No fue del todo cierto puesto que hay testigos niños supervivientes que subieron y que nos han facilitado todo tipo de detalles del vehículo y sus ocupantes. Hablaremos más a fondo del coche de la calavera en otra "historia de Quart".

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